Modestia es belleza: Testimonio de livehorses: dignidad femenina.

lunes, 27 de enero de 2014

Testimonio de livehorses: dignidad femenina.

Hola, soy la fotógrafa, diseñadora y una de las moderadoras de la página Modestia es Belleza. Contar mi testimonio es algo curioso, pues desde pequeña, siempre he utilizado falda o vestido. Sin embargo es un testimonio que de todos modos deja un ejemplo claro, ya que estuve a punto de seguir las corrientes mundanas y de abandonar la modestia.

Yo veía el usar falda como algo  natural y no daba objeción. Me parecía normal que las niñas vistiéramos distinto de los niños y más cuando a simple vista se podía observar que nosotras no nos prestábamos al relajo durante la clase mientras que los niños eran más inquietos. Eso cuando estaba en un kinder montessori. La verdad no me acuerdo el haber recibido críticas de mis compañeras por vestir así.  Y todas se dibujaban con falda, los letreros del baño para niñas venían con muñequitas con falda, las canciones de cri-cri eran de niñas vestidas decorosamente, con moños en el cabello y vestidos preciosos. Así que no me cabía duda que las niñas debíamos vestir así.  Y no se trataba de ningúna ideología, por mí misma concluí que así debía de ser. La verdad yo hubiera dado por loca a mi madre si me hubiera vestido de pantalón.

Las cosas cambiaron al entrar a la escuela. Obviamente los uniformes del diario eran faldas, solo utilizábamos pánts para el día en que nos tocaba educación física. Todos los últimos viernes de mes o fiestas nos permitían ir de “ropa de calle”. En ese entonces los pantalones eran más comunes y se ponían a la moda. Fue entonces cuando empezaron los problemas. “¿Porqué usas falda?”. Era difícil para mí responder a esa pregunta. Siempre contestaba “Es como me viste mi mamá”. Desde esas preguntas, nadie me dejaba tranquila haciéndome preguntas o molestándome, excluyéndome y apartándome como si fuera un objeto desechable. Además de vestir diferente, por la forma en que mis padres me educaron en el fervor a la fe católica, a los valores establecidos en mí ser, fui la rechazada de mi grupo. Es lo que ahora se conoce como el bullying. Quizás no era culpa de mis compañeros el verme raro por mi forma de vestir, ya que desde sus casas ya venían formados en una ideología y en una cultura diferente de mis convicciones. Pero está claro que en las escuelas, sea consiente o no, la idea es rechazar al diferente, dejando solamente dos opciones para el descartado… O te vuelves uno de nosotros, o te seguiremos fastidiando el resto del año escolar. ¡Cómo era difícil tener que soportar esto! Sentía como si todo mundo te viniera encima, que no te dejaban respirar. Y tanta fue esa presión de grupo que hasta la fecha me cuesta socializar con jóvenes de mi misma edad, tantos años de soportarlo me han dejado escamada. Me volví tímida con quiénes conocía, y se puede decir que tan inocente era que no sabía como defenderme, callando simplemente y tragándome mis penas.

Hubo en una de esas la fiesta del día del niño. Por quererle dar gusto a mis compañeros traté de parecer lo más moderna que pude. Me coloqué un sombrero de calor, una playera de mangas cortas, una falda de tela, sandalias y una bolsa cruzada. Cuando llegué, hasta mis mismas amigas que tanto yo apreciaba se burlaron de mí. “¡Miren, una pordiosera! Démosle algo de dinero, pobrecita”. Como siempre no tuve de otra que digerir mi angustia y mi vergüenza.

Durante casi toda mi infancia tuve que soportar fuertemente este sufrimiento, preguntándome varias veces el porqué no vestía como las demás, ansiando lo mejor posible poder ser aceptada. La respuesta clara no la conseguía de mi mamá, pues ella tenía que adaptar la explicación a mi edad. Sólo hasta que llegué a sexto grado comencé a darme cuenta y a establecer mis convicciones acerca de porque es mejor llevar falda y vestir modestamente.

En ese año me llegó a tocar un profesor de lo más desordenado moralmente. En los libros de cívica y ética, siempre se trataron los temas de la sexualidad. Sí, hablaban de lo peligroso y de las consecuencias de tener relaciones íntimas… pero acababan afirmando que para ello era mejor utilizar condones o abortar. Yo quedaba indignada con éstas clases, no sé porque debían de hablarse de temas tan delicados en un salón en donde estaban niños y niñas, y en donde se hablaban sobre las partes íntimas de ambos sexos. ¡Era para morirse de vergüenza el que un joven escuchase lo que ni siquiera le interesaba! Esos temas debían de ser tratados individualmente, de parte de los padres, que son los más experimentados y que son incapaces (en su mayoría) de infundirles a sus hijos sentimientos desordenados. Para peor de males el profesor daba sus observaciones y no ayudaba en nada. Hablaba de que, la razón por la que las mujeres utilizan faldas cortas es para llamar la atención a los hombres y verse más bonitas. Que las mujeres que usan falda larga y no se maquillan es  porque creen que se ven feas. A esta supuesta explicación mis compañeros inmediatamente se rieron…tal vez estaban pensando en mí. Pero yo me dije... “Yo no me siento fea. Es más, creo que soy tan bonita que no necesito maquillarme o usar faldas cortas. Yo destaco naturalmente, me gusta como soy y nunca me atrevería a mostrar mi cuerpo.” Pienso ahora que las mujeres son bellas y destacan naturalmente, por lo que es innecesario usar falda corta, escotes y maquillajes. Entonces mi pregunta de porqué yo usaba falda se convirtió en porqué las chicas visten de modo tan atrevido que ni siquiera les conviene.

Con el paso del tiempo fui descubriendo poco a poco el porque me convenía vestir de modo diferente y entonces el usar falda me dio mayor seguridad, haciéndome sentir satisfecha. Noté varias veces que las mujeres que visten indecentes al sentarse tienen el incomodo de estarse alargando la faldita, por el sentimiento de pudor que en todas persiste aunque sea en un rincón de nuestras conciencias. Por lo tanto yo me pregunto ¿Para qué hacerme la vida difícil y estarme inquietando por algo que realmente no trasciende? Si es solo para llamar la atención entonces no me afecta en nada dejar las faldas cortas. Puedo usar falda larga y sentirme cómoda en toda ocasión, sin preocuparme en que la gente me voltee a ver.

Cuando por fin, un día me enteré de que mi hermana estaba planeando hacer la página que ahora lleva el nombre de Modestia es Belleza. Después de intercambiar ideas, se confirmaron en mí con mayor fuerza mis motivos para vestir así. Antes el usar falda me daba vergüenza, no quería que nadie me viera o me preguntase. Ahora, mi única preocupación al salir a la calle, es evangelizar la modestia, dejarle algo a la gente, demostrar que se puede ser joven del siglo XXI y ser modesta. Con todo lo que ha publicado mi hermana en la página y con lo que yo he colaborado, he aprendido a amar la pureza y he concluido más cosas para vestir así:

 El sexo moderado y dentro del matrimonio no es malo, sin embargo fuera es peligroso, es como jugar con fuego sin medir las consecuencias. No está hecho para el placer, tiene un fin en dar sin esperar nada a cambio. En dar la vida a nuevos seres, que en este caso llegarán a ser los futuros jóvenes con nuestros mismos sueños, con su propia historia.

Y también he aprendido, a que si las mujeres nos vamos masculinizando, (por mucho que digamos que seguimos siendo mujeres) después no quedará ser humano en la historia que nos pueda recordar la belleza, la gracia y la pureza que Dios ha colocado en nosotras. Estas virtudes no se pueden perder, si no más bien conservar. Hemos de ser delicadas flores, que atraigan al hombre, pero no para hacerlo pecar, si no para salvarlo con la Gracia de Dios.

Hemos de ser imagen y semejanza de Dios, no el de los animales. Si descubrimos nuestro cuerpo, seremos entonces objeto de placer para el hombre, como lo podrían ser la comida o la comodidad, así solo perdemos nuestra dignidad de mujeres e hijas de Dios, haciéndonos semejantes más a la vanidad. Sí, las mujeres requerimos de derechos, pero también es un derecho las ser respetadas como seres humanos y no como objetos de placer. Sin embargo para obtener un derecho, hay que inspirar a la gente a que nos respete. Nuestro modo de vestir es como un letrero. Si nos vestimos modestamente le decimos al mundo “respeta mi cuerpo”, si vestimos indecentes estaremos diciendo “Objeto hecho para el placer del hombre”. Nunca vamos a provocar a un perro a que nos muerda. Dicen que no somos libres al no poder elegir como vestir ni que hacer. Pero en verdad perdemos nuestra libertad al ser esclavas de los caprichos de un hombre y del pecado de lujuria.

Hoy en día la modestia tanto en el cuerpo como en el alma se está extinguiendo. Así no predicamos la bienaventuranza que mencionó nuestro Señor Jesucristo, cuando dijo “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Hoy en día los medios de comunicación a través de las modas han hecho de nosotras lo que hacen con cierta marca de productos comerciales: querernos hacer idénticas, sin que ninguna de nosotras seamos únicas y especiales. Ya no hay diversidad, todo está dividido en las modas. Si alguien se atreve a seguir un estilo propio es rechazado inmediatamente. Es como dice el Papa Francisco, “La cultura del descarte”.


Procuremos pues, ser nosotras mismas, sin importarnos lo que el mundo diga de nosotras, hagamos externos nuestros estilos únicos, veámonos frescas, juveniles y femeninas. No imitemos a los demás en cosas que realmente no importan. Que nuestro modelo no sea el de las actrices o cantantes, ¡Que nuestro modelo de vida sea la santísima Virgen María! Prediquemos el vestir bien, la pureza, la castidad, la santidad, no el pecado de lujuria, la vanidad ni la soberbia. Recordemos, que somos súbditos de un reino que no es de éste mundo, con un rey que no es de éste mundo. Por lo tanto somos extranjeras, y como extranjeras hemos de vestir como en nuestra patria celestial, con el vestido de la pureza y la castidad. 

A mayor gloria de Dios:

                               livehorses


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